MARY Y MAX: UNA AMISTAD SIN LÍMITES
Mary y Max,
es de ese tipo de películas de las que vale la pena escribir. Aunque su estreno
no fue muy sonado ni llego a nuestras salas peruanas, cabe decir que Mary y Max
es mucho mejor que cualquier película con gran campaña publicitaria.
Este film dirigido por Adam Elliot y ganador de un premio
Oscar en el 2009, cuenta la historia de una pequeña niña australiana que al verse se siente fea, con unos
padres que nunca le prestan atención y cuyos únicos amigos son un gallo y unos
muñecos creados por ella misma. Dado su pobre ambiente social, Mary decide a
nivel experimental, mantener una amistad a través de cartas con un ciudadano de
Nueva York escogido al azar, un tal Max, que vive solo y al igual que ella, no
tiene amigos (salvo uno imaginario). Max acude a sesiones para perder peso y
luego de ellos vuelve su adicción al chocolate.
Mary and Max cuenta una
historia tan difícil, tan madura y tan triste que creo que hace falta una
cierta edad para entenderla del todo. Esta película trata sobre el amor, pero
no ese tipo de amor que se entrega a una pareja sino el amor propio, el amor a
uno mismo. Esta película te enseña a convivir con tus defectos, a aceptarlos
como parte tuya y a mejorar aquellos aspectos con los que no te sientes a
gusto; de tal manera que solo así conseguirás ser feliz.
Mary and Max es casi perfecta porque toca
temas en los que nos podemos ver reflejados de una manera clara y sencilla, a
través de la mirada de una niña y de la percepción de un adulto con problemas
de relaciones personales. Es una de las pocas películas que al terminar de ver
he tenido ganas de volver a ponerla de nuevo. Tanto por su historia como por la
delicadeza con la que se desarrolla la trama, así como por la capacidad que
tiene de llegar a emocionar sin espectacularizar el drama.
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